Muestra individual, instalación sitio específico.
Lugar: Vidriera del Centro de Arte de la Universidad Nacional de la Plata.
Fecha: del 16 de febrero al 15 de abril de 2018.
Texto de sala: Un método inútil.
¿Cómo llegó el oro a ser valor supremo? Porque es raro, inútil y resplandeciente y siempre hace don de sí mismo, se pregunta Nietzsche en su libro publicado bajo el título “Así habló Zaratrusta”.
En esta instalación de Mariela Vita nos encontrarnos con un paisaje donde aparecen entre otras cosas, el oro en forma de trofeo dispuesto de manera poco accesible.
Las preguntas más directas en las que podemos contextualizar estas obras pueden llegar a tener que ver con la idea de triunfo y trascendencia o sobre la relación de importancia e inutilidad de estos conceptos, pero hay algo más interesante que atraviesa todo este paisaje desde su materialidad y las acciones que lo constituyeron que es la idea de deconstrucción.
Entendiendo el término, no en el sentido de disolver o de destruir, sino en el de analizar las estructuras sedimentadas que forman el elemento discursivo.
Partiendo de esta idea de deconstrucción podemos volver a Nietzsche y volver a hacernos estas preguntas que atraviesan a Vita: ¿Cómo llego el oro a ser valor supremo? ¿Existe un método factible para llegar a ese orden de lo supremo? ¿Por quienes se construyeron estos sistemas de valores? ¿Cómo seguimos reproduciendo estos sistemas dentro de cada ámbito y esfera de productividad?
El paisaje está más en el alma de quien lo contempla, que en la misma naturaleza, por eso el paisaje es una realidad subjetiva, captado individualmente por quienes lo ven y lo sienten. El artista lo evoca, lo define, lo concreta y lo objetiva según su propio temperamento e inspiración nos dice Fasutino Brughetti en uno de sus primeros libros publicados en esta ciudad. El paisaje que nos presenta Vita en su instalación está lleno de fallas, nudos e imposibilidades que se reafirman ante nosotros no como errores o fracasos, sino como evidencia que no hay fórmulas ni métodos iguales, pero que sin el hacer constante, no hay cuestionamientos ni resistencias posibles.
Rodrigo Barcos